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James Wagner, un reportero de The New York Times que habla español, durante las prácticas de primavera de los Mets
Credit
Michael Ares para The New York Times
La primera vez que Fernando Salas, un relevista mexicano, habló con los reporteros después de que lo transfirieran de los Angels a los Mets a fines de agosto, valientemente intentó hablar en inglés, idioma que está aprendiendo, y le aplaudieron por el esfuerzo.
“Después de la conferencia, hablamos un poco en español para conocernos mejor”, comentó James Wagner, un periodista de béisbol de The New York Times que recientemente dejó The Washington Post. “Yo también era nuevo en Nueva York. Me había mudado a la ciudad al inicio del verano para cubrir a los Mets”.
La esposa de Salas había regresado a California y él estaba rodeado de rostros nuevos en medio de la carrera de los juegos finales. Además, aunque no quiso admitirlo, Salas se sentía confundido debido a las complicadas reglas que tuvo su cambio a fines de temporada, después de que venciera el plazo de la “no exención”.
“Uno o dos días después, me llamó para que fuera a verlo a los vestidores antes de un juego, mientras yo estaba en la sede del club”, recordó Wagner. “‘¿Cómo me adquirieron los Mets exactamente?’, me preguntó de forma tímida. ‘¿Puedo jugar en las finales?’”.
En esta temporada, el 30 por ciento de los jugadores de las Grandes Ligas serán latinos, según el Instituto para la Diversidad y la Ética en el Deporte. Por otro lado, la mayoría de los especialistas en béisbol que viven en Estados Unidos y trabajan para medios escritos en inglés no hablan español.
Wagner es una extraña excepción (algunos otros son Jorge Castillo, el reportero que sigue a los Nationals para The Washington Post; la reportera de los Angels para MLB.com, María Guardado; el columnista de béisbol de Los Angeles Times y exreportero de los Dodgers, Dylan Hernandez, y Jorge Ortiz de USA Today). De los reporteros regulares en campo de los Mets, Wagner es el único que habla español.
Su madre nació y creció en Nicaragua, y el trabajo de diplomático estadounidense que tenía su padre hizo que viviera con su familia en Filipinas, Venezuela y Perú mientras crecía.
“He llegado a conocer a todos los jugadores latinos de los Mets y de inmediato me hablan en español. Han sido mis mejores fuentes de información porque estoy al tanto de lo que hace el club”, dijo.
La temporada pasada, el sindicato de jugadores y la Major League Baseball agregaron intérpretes en cada equipo importante de la liga, pero se puede perder mucho en la traducción. Si se utiliza un intérprete, no se produce una conversación natural.
“Los jugadores latinos suelen ser más propensos a darme entrevistas porque hablamos el mismo idioma”, señaló Wagner. “Es menos probable que los citen mal y pueden expresar de mejor manera sentimientos e ideas complejas”.
Wagner puso de ejemplo a tres jugadores que confiaron en su talento, a pesar de tener reputación de ser reservados: Yunel Escobar, Rafael Soriano y Bartolo Colón.
“Cubrí a los dos primeros cuando jugaban con los Nationals de Washington y yo trabajaba para The Washington Post”, relató Wagner. “Escobar y Soriano tenían reputación de no ser muy buenos compañeros de equipo porque eran huraños y no hablaban mucho con los reporteros, quienes, por supuesto, no hablaban español. Los llegué a conocer muy bien”.
“Para una historia sobre su deserción de Cuba, Escobar me invitó a su casa para que pudiéramos hablar de cosas que nunca había compartido y para que yo platicara con su familia. Aprendí mucho sobre las complejidades del picheo de Soriano, quien también compartió conmigo muchas anécdotas graciosas sobre los jugadores dominicanos en las Grandes Ligas.
“Colón, quien pasó tres años en los Mets antes de partir a jugar con los Bravos de Atlanta este invierno, me enseñó cómo sujeta la pelota y cuáles son todos sus tipos de lanzamientos, para luego explicarme las sutilezas de cuándo y por qué usa cada uno de ellos”.
También están los asuntos socioeconómicos y culturales que se presentan en el béisbol, los cuales pueden discutir con más facilidad con alguien que habla su idioma; incluso, tal vez, en una conversación que no pudiera entender algún directivo angloparlante que pase por ahí.
“En algunas ocasiones, las personas encargadas de las relaciones públicas del equipo han bromeado conmigo acerca del conocimiento que tengo por hablar en español con los jugadores”, hizo notar Wagner.
Al menos por ahora, guarda esos secretos debajo de su gorra.
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