A dos meses de anunciar formalmente una revisión completa de la política hacia Cuba, los actores políticos y económicos interesados en el tema, continúan cortejando frenéticamante a la Administración. Pero la política hacia Cuba no tiene aún persona que controle la narrativa y sea cercano al presidente Donald Trump.
Quien sí ha hablado tres veces sobre Cuba con el Presidente es el senador Marco Rubio.
“Hemos estado revisando todas estas cuestiones con el presidente y su equipo, tratando de discernir los pasos adecuados a dar y cuándo”, comentó Rubio a el Nuevo Herald. “Estoy seguro de que el presidente Trump va a tratar a Cuba como la dictadura que es y que nuestra política mirando hacia el futuro reflejará el hecho de que no es interés nacional de los Estados Unidos hacer negocios con los militares cubanos.”
Estoy seguro de que el presidente Trump va a tratar a Cuba como la dictadura…
Senador Marco Rubio
Rubio dijo al periodista Oscar Haza de la televisión local de Miami que había hablado personalmente con Trump en tres ocasiones sobre Cuba. Un vocero del senador comentó a el Nuevo Herald que Rubio y su equipo “ha estado trabajando detrás del telón sobre la política hacia Cuba. Si ha habido una acción más pública en Venezuela últimamente, es simplemente debido a toda la actividad relacionada con la OEA”.
Rubio, no obstante, no dijo si había recibido o no garantías de la Administración Trump sobre la política hacia Cuba.
Los cubanos no han dejado de notar el reciente protagonismo del senador cubanoamericano en la política exterior hacia el hemisferio, y lo fustigaron en el diario oficial Granma por su actuación en el tema venezolano, aunque cuidadosamente han dejado fuera a Trump de los insultos. El gobierno de Raúl Castro, en un ejercicio inusual de contención, no ha realizado ningún gesto dramático, mientras espera por la revisión de la política hacia Cuba, que no ha concluido, según ha dicho la Casa Blanca.
Según voceras de la Casa Blanca y el Departamento de Estado, el Consejo de Seguridad Nacional (NSC, por sus siglas en inglés) está al frente de la revisión que involucra a varias agencias federales. Pero según varias fuentes, es Jill St. John, una funcionaria de bajo nivel del NSC, quien está coordinando el ejercicio. La Casa Blanca no contestó inmediatamente a correos del Nuevo Herald sobre St. John.
En un primer nivel, la revisión implica conocer lo que hizo la administración anterior y las regulaciones en pie. Pero quienes están recopilando esta información “no tienen instrucciones sobre qué hacer con eso”, comentó una fuente que favorece el acercamiento a Cuba. Y faltan nombramientos de funcionarios en puestos claves — en el Departamento de Estado y otras agencias — que deben dar el visto bueno a la revisión y las propuestas de política, los mismos “que usualmente serían las personas con las que se podría tratar el tema de Cuba”, comentó otra fuente del grupo pro-embargo, frustrada por el “vacío” en la Administración Trump.
Pero tratar a Cuba como una dictadura — una petición realizada también por algunos disidentes cubanos — no requiere necesariamente una reversión total de lo que hizo el presidente Barack Obama. Aunque dijo que iba a haber cambios en la política hacia Cuba, Rubio no respondió directamente si estaba a favor o no de esta última postura, delineada más claramente por un memorando que fuentes del Congreso conectan a la oficina de Mario Díaz-Balart — y que circuló en Capitol Hill y la Casa Blanca. El documento pide eliminar todo lo que hizo el presidente Obama desde diciembre del 2014 e imponer sanciones si Cuba no cumple en 90 días una serie de requisitos en la ley Helms-Burton y demuestra avances en las negociaciones con EEUU en temas como la devolución de fugitivos y las compensaciones por bienes confiscados.
“A Estados Unidos le conviene que la sociedad cubana cambie de régimen. En ese sentido es correcta la posición de Díaz-Balart. La idea de que una isla empobrecida y diminuta no le puede hacer daño a la nación más poderosa de la tierra es falsa”, opinó el periodista y escritor Carlos Alberto Montaner. “ Lo que une a los países del Socialismo del Siglo XXI, a los terroristas islámicos, a Irán y a Corea del Norte, todos tan diferentes, no es el amor al marxismo, que ya no existe, sino el antiamericanismo impulsado por Cuba. Por eso era absurdo renunciar a un cambio de régimen en Cuba, como hizo el presidente Obama”.
“El memo es la aplicación de la Ley Helms-Burton y eso es muy difícil de implementar”, acotó Montaner.
El memo es, sin embargo, solo uno de muchos, insisten varias fuentes.
La Casa Blanca dijo que parecía un documento “de la Transición. Parte del lenguaje es consistente con lo que dijo el Presidente durante la campaña, que está guiando la revisión de la política de EE.UU. hacia Cuba. La revisión no está completa y por lo tanto no hay más comentarios en este momento”, dijo una funcionaria.
Durante la campaña, Trump prometió “revertir” todas las medidas tomadas por Obama si el gobierno cubano no accedía a demandas de EEUU. Meses después, “tratar a Cuba como una dictadura” es la frase que está circulando más en los círculos políticos de Washington y Miami.
“Cuba debe ser tratada como lo que es y no por lo que se quisiera que sea, como hizo el gobierno de Obama. Cuba sigue siendo un estado policial totalitario comunista, que es aliado de adversarios y enemigos de América, incluyendo Estados patrocinadores del terrorismo y organizaciones terroristas”, comentó el abogado Jason Poblete, de la firma PobleteTamargo LLP con sede en Washington. Su esposa, la abogada Yleem Poblete, fue nombrada asesora para la transición.
Otras posibles medidas que flotan en Washington no buscan revertir todo lo realizado por Obama, lo que según expertos en este punto no es demasiado útil o realista sin desatar demandas de las compañías que ya han realizado negocios con Cuba o malograr un potencial mercado. Las recomendaciones en el memorando de la oficina de Díaz-Balart costarían unos $2,000 millones a compañías estadounidenses en el sector de servicios y turismo en los próximos años, estimó John Kavulich, presidente del US-Cuba Trade and Economic Council.
Echar aún más atrás el reloj y regresar a la política del gobierno de George W. Bush, con severas restricciones a las remesas y los viajes, como se apresuraron a temer algunos, parece menos probable aún.
Entre las propuestas hechas a la administración, según varias fuentes que pidieron hablar en condición de anonimato, se encuentran eliminar los viajes individuales a Cuba en la categoría de licencias “pueblo a pueblo”, una medida que algunos calificaron como “turismo en esteroides”; la imposición de sanciones específicas a funcionarios del temido Ministerio del Interior u otras fuerzas militares; y no otorgar más licencias a compañías que realicen negocios con compañías cubanas conectadas con los militares — la mayoría.
“Ellos están ciento por ciento considerando esto””, dijo una fuente cercana a la comunidad empresarial vinculada a Cuba. Una fuente dentro del grupo pro-acercamiento dijo que esta última medida — la más disruptiva de todas por el control de los militares sobre los principales renglones de la economía cubana — sería muy difícil de implementar.
“¿Cómo OFAC va a determinar qué compañías están o no conectadas a los militares cubanos?”
Por otro lado, agregó, medidas de este tipo podrían generar una respuesta de las facciones más conservadoras dentro de Cuba, justo cuando la crisis venezolana se agudiza y podría haber un cambio en la cúpula gobernante, tras el anunciado retiro de Castro el próximo año.
Y sin embargo, las declaraciones de Rubio indican que la nueva política podría ir en esa dirección, lo que coincide con la postura del presidente de la Cámara de Representantes Paul Ryan, quien en su plan de política exterior y seguridad nacional presentado el año pasado propuso prohibir las transacciones con entidades militares cubanas.
Al mismo tiempo, los grupos que apoyan el acercamiento a Cuba no se han quedado de brazos cruzados y continúan “estrategizando sobre cómo influir a la Administración Trump, “pero la ventana de oportunidad se está cerrando”, comentó Ted Piccone, investigador principal de Brookings Institution y analista de las relaciones EEUU-Cuba.
Según Piccone, el mantenimiento de la actual política hacia Cuba responde al interés nacional de Estados Unidos, no solo por el beneficio económico sino también por un tema de seguridad nacional, y funcionarios en la administración como Jason Greenblatt (en el NSC), el secretario del Tesoro Steven Mnuchin y el secretario de Seguridad Interna John Kelly — estarían “abiertos a este argumento”.
Compañías con intereses en Cuba también han estado activas tratando de enviar un mensaje a la administración de Trump, con una agenda pro-negocios.
“Con el deseo de la nueva administración de hacer crecer nuestra economía, tenemos la esperanza de que ambos gobiernos seguirán el impulso para continuar trabajando y abrir la puerta para que florezca el comercio entre nuestros dos países”, comentó Vanessa, Picariello directora de relaciones públicas de Norwegian Cruises.
“Líderes cívicos del American Farm Bureau, la Cámara de Comercio de EE.UU. y miembros republicanos del Congreso han alentado al presidente Trump a sacudir nuestra fallida política de embargo a Cuba. El presidente Trump puede crear miles millones de dólares en comercio y decenas de miles de empleos en Estados Unidos mediante la expansión del comercio con Cuba”, recalcó James Williams, quien dirige Engage Cuba, una activa coalición de empresas y organizaciones que cabildean para eliminar las restricciones económicas a Cuba.
Durante este tiempo, cartas a favor de la actual política de acercamiento a Cuba han sido enviadas a la administración por la Cámara de Comercio de EEUU, líderes católicos, el American Farm Bureau, organizaciones cubanoamericanas como el Cuba Study Group, y miembros republicanos del Congreso como Tom Emmer, quien presentó nuevamente un proyecto de ley (el Acta de Comercio con Cuba) para eliminar el embargo.
Piccone estima que el bando pro-acercamiento “a fin de cuentas se siente positivo, aunque es realista de que ciertas promesas fueron hechas a senadores como Rubio y Menéndez”.
“Lo que suceda al final, todavía está abierto a todas las partes en juego.”
La reportera del Miami Herald, Patricia Mazzei, colaboró con esta historia.
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