
La Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia que participa en el Diálogo Nacional como oponente de la dictadura orteguista, llamó a los ciudadanos a mantener su presencia en las calles.
Con este fin la Alianza convocó al gran plantón que se realizó ayer en la zona céntrica de Managua —entre la rotonda Rubén Darío y la Jean Paul Genie—, y a una marcha cívica masiva este sábado a las 10:00 de la mañana, denominada “Juntos somos un volcán”, también en Managua con réplicas en otras ciudades del país.
La decisión de la Alianza Cívica de llevar el Diálogo Nacional a la calle es muy importante, porque es allí donde se manifiesta el potencial de los ciudadanos que sin banderas de partidos políticos quieren poner fin a la dictadura y que se restablezca la democracia en Nicaragua.
Sobre la situación del Diálogo, la Alianza ha dado a conocer un informe de cumplimiento e incumplimiento de acuerdos por parte del régimen orteguista. De las 15 recomendaciones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), 12 no han sido cumplidas por el Gobierno, que solo ha permitido la presencia en el país de los organismos internacionales de derechos humanos y no ha querido discutir el tema de la democratización.
Pero la fuerza del Diálogo Nacional del que la Conferencia Episcopal de Nicaragua es mediadora y testigo, y por tanto la posibilidad real de abrir el camino a la democratización, está en la calle, en la voluntad de resistencia de los ciudadanos, como lo hemos dicho varias veces en esta sección editorial de LA PRENSA.
El Diálogo en sí mismo y aislado de la calle no resuelve la crisis, como al parecer han creído algunas personas que se sienten frustradas por la falta de resultados positivos y ahora acusan a la Alianza Cívica de incapaz e inoperante.
En realidad, el Diálogo Nacional no es más que un mecanismo para procurar un acuerdo político con el régimen de Daniel Ortega, a base de la propuesta de los obispos para adelantar las elecciones y celebrarlas a fines de marzo del próximo año, previa reestructuración y saneamiento del poder electoral y demás instituciones fundamentales del Estado. Aceptada esta propuesta, lo que se tendría que aprobar en el Diálogo es el procedimiento para implementarla en el marco de la Constitución Política de Nicaragua.
Sin embargo algunas personas y sectores consideran que el Diálogo no es el medio adecuado para sacar a Ortega y Murillo del poder, que más bien es un instrumento de mediatización y lo que se requiere es formar cuanto antes una junta de gobierno provisional y exigirle a la pareja dictatorial que renuncie.
Pero eso es lo deseable, no lo posible. En la realidad de Nicaragua, donde se rechaza la violencia armada — y ni siquiera existe la posibilidad de recurrir a ella como hicieron los sandinistas para derrocar al somocismo—, el Diálogo Nacional es la única vía posible para abrir el proceso de democratización, siempre y cuando la lucha cívica de los ciudadanos se fortalezca y cambie la correlación de fuerzas a su favor, para vencer a la dictadura orteguista.
Be the first to comment