
Después de la extraordinaria misión de los obispos y el clero arquidiocesano de Managua, a Masaya, acompañados por el representante del papa Francisco, para evitar con su presencia que la dictadura orteguista cometiera ayer un genocidio en el barrio indígena de Moninbó, se reúne hoy el Consejo Permanente de la OEA.
Se trata de una reunión extraordinaria, para conocer oficialmente el informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) sobre la masacre que la dictadura de Daniel Ortega viene cometiendo en Nicaragua desde el 18 de abril pasado.
La presentación del informe sobre las monstruosas violaciones podría o debería ser motivo de una resolución especial, que significaría un paso previo muy importante para que el organismo hemisférico disponga medidas más enérgicas en defensa del pueblo nicaragüense.
Se conoce que el informe final de la CIDH que se presentará oficialmente en el Consejo Permanente de la OEA, es contundente, much más que el reporte preliminar que fue suficientemente claro y fuerte, pero desde entonces las violaciones a los derechos humanos cometidas por la dictadura de Daniel Ortega se han incrementado y han derivado inclusive en crímenes de lesa humanidad.
El problema, en realidad, no es el contenido del informe, porque las evidencias, testimonios e informaciones que la CIDH ha recogido constituyen pruebas abrumadoras contra la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo, suficientes para ponerlos en el banquillo de los acusados de un tribunal internacional. La dificultad sería que no hubiera la suficiente cantidad de miembros del Consejo Permanente para aprobar una resolución en defensa del pueblo de Nicaragua.
Se sabe que varios de los pequeños Estados del Caribe, por su dependencia del petróleo venezolano votan generalmente a favor de las dictaduras bolivarianas, entre estas la de Nicaragua, o se abstienen de condenarlas. Sin embargo, el hecho de que también la población del Caribe norte de Nicaragua ha sido víctima de la represión genocida del régimen orteguista, podría motivar a algunos representantes de los Estados caribeños que son miembros de la OEA, a aprobar una resolución derivada del informe de la CIDH que condene a la dictadura orteguista.
Estamos claros de que la liberación del pueblo de Nicaragua tiene que resultar de su misma lucha, de su capacidad de resistencia contra la dictadura. Sin embargo, el factor externo es muy importante, para facilitar la victoria democrática o para hacerla más difícil.
El hecho de que el representante de los Estados Unidos (EE.UU.) en la OEA haya venido a Nicaragua, para comprobar en el terreno las terribles violaciones a los derechos humanos que comete la dictadura orteguista, es una muestra del gran interés internacional que motiva la situación de Nicaragua. Un interés que esperamos se convierta en enérgicas sanciones políticas y otras acciones concretas contra el régimen de Daniel Ortega.
Be the first to comment