La tarea de los disidentes

Hace cerca de cuatro décadas Fidel Castro abrió la puerta de sus mazmorras y soltó a unos 3,800 presos políticos.
No lo hizo por bueno.

Lo hizo porque Amnistía Internacional había publicado que Cuba tenía más presos políticos per cápita que ningún otro país en el mundo. Esta dura calificación de una de las más prestigiosas organizaciones de derechos humanos dañó el ego del megalomaníaco gobernante de Cuba.

Cuba soltó 3,800 presos en 1978 pero nadie sabe cuántos miles de cubanos han sido apresados, golpeados y maltratados por las turbas que todavía responden, ahora al hermano menor Raúl Castro.

Lo cierto es que Cuba ha cambiado de estrategia. Ya no tiene miles de presos condenados a estar detrás de las rejas o haciendo trabajo forzado en el campo. Ahora la represión es más brutal, pero no existen datos para comparar con lo que hizo Fidel en sus primeros 19 años en el poder.

A las Damas de Blanco, por ejemplo, muchas veces no las dejan salir a caminar después de oír misa en la iglesia de Santa Rita, Ahora las rodean, golpean y se las llevan a uno de los centros de la seguridad nacional en Cuba. Allí las tienen, humillándolas constantemente, uno, dos o tres días.

Entonces las sueltan, sólo para repetir lo que hacen la semana próxima.

Así y todo, las Damas de Blanco no se dejan amedrentar. La semana entrante vuelven a la iglesia y a marchar con sus gladiolos blancos en la mano.

Además el grupo crece. Ya hay Damas de Blanco en varias provincias de Cuba. Todas hacen lo mismo. Con sus caminatas no van a derrocar al régimen de un día para otro. Pero lo que sí hacen es debilitar al mismo. Los disidentes crecen como flores silvestres en todo el país.

Y es que en Cuba la gente ya pierde el miedo. Un disidente pintó los nombres de Raúl y Fidel en el lomo de dos puerquitos. Eso le costó caro a Danilo Maldonado, el Sexto. Le dieron golpes y lo detuvieron por varios meses.

Una de las tácticas favoritas del régimen ahora es ir a casa de los disidentes y prohibirle la salida de sus propias casas cuando van a demostrar en algún lugar del país.

Pero cada día el gobierno tiene más dificultad en controlar a los nuevos disidentes que se suman a los que ya llevan semanas, meses o años protestando y exigiendo que en Cuba se respeten los derechos humanos, que permitan elecciones libres multipartidistas.

La tarea de los disidentes es dura. Tienen en contra una férrea dictadura que los oprime constantemente. Ellos, los disidentes, entienden que no van a contar con la ayuda de los Estados Unidos o de cualquier otro gobierno extranjero. La ayuda que reciben proviene de un pequeño grupo de exiliados que sacan de sus bolsillos para ayudar a los que luchan dentro de la isla por ver una Cuba libre.

Cuando esos disidentes logran salir al exilio por unos cuantos días, o en el mejor de los casos unas cuantas semanas, vienen a descansar y a prepararse mejor para la lucha pacífica en Cuba. Aquí sus mentores les dan todo tipo de equipo electrónico moderno: teléfonos celulares, tabletas y en alguno que otro caso computadoras.

Los mesías de estos disidentes saben que en mucho de estos casos al llegar a Cuba los gendarmes del gobierno les arrancan de la mano las cosas que llevan. Pero algunos logran entrar equipos para comunicarse mejor con el extranjero.

A los cubanos del exilio estos bravos disidentes no necesitan probarnos su valentía. Pero lo que hacen es crear conciencia de lo que es vivir en plena libertad y democracia.

Cuando comenzaron estas protestas individuales en Cuba yo dudaba de su efectividad. Ya no dudo. Las olas chocan contra las piedras y poco a poco las convierten en arena.

Lo mismo va a ocurrir en Cuba. Los guapos del gobierno poco a poco van a desilusionarse y se darán cuenta que lo que hacen es oprimir a sus hermanos. Eso tiene que terminar y creo que el final viene a pesar de todo los que hagan los Castro y la casta de privilegiados que gobierna Cuba.

Leer en El Nuevo Herald

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