
En el comunicado que emitió la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN) después de reunirse el jueves por la tarde con Daniel Ortega, los obispos informaron que le habían planteado “la agenda consensuada en la Mesa Plenaria del Diálogo Nacional, sobre la democratización del país”.
Según el comunicado, los obispos entregaron a Ortega “la propuesta que recoge los sentimientos de muchos sectores de la sociedad nicaragüense y expresa el anhelo de la inmensa mayoría de la población”. Añadieron que esperan la respuesta escrita de Ortega “lo más pronto posible”, e indicaron que después de recibirla convocarían a la Mesa Plenaria del Diálogo Nacional, “para valorar dicha respuesta y por lo tanto la factibilidad de continuar el mismo Diálogo Nacional”.
Por su parte, monseñor Silvio Báez explicó a los periodistas que el plazo a Ortega para que les respondiera por escrito, fue de un par de días, o sea que la posición del dictador debería conocerse al final de la tarde de este sábado.
El comunicado de los obispos decepcionó a quienes al parecer esperaban que le arrancaran a Daniel Ortega y Rosario Murillo el compromiso de renunciar al poder, o por lo menos una fecha próxima para realizar elecciones anticipadas. Pero es en la Mesa del Diálogo Nacional que se deben conseguir esos objetivos fundamentales, después de las negociaciones correspondientes, suponiendo que Ortega tuviera voluntad política para llegar a tales acuerdos en beneficio de la nación.
En el áspero debate público de las redes sociales a los obispos se les ha acusado de blandengues, inclusive de traicionar las esperanzas del pueblo que lo único que quiere es que Ortega y Murillo se vayan ya del poder. Pero la reunión de los obispos con Ortega no era para obligarlo a rendirse, sino para quedar claros si es posible continuar el Diálogo Nacional, que fue suspendido por la CEN el 31 de mayo después de la masacre orteguista el Día de la Madre. Lo cual depende de si Ortega está dispuesto a negociar un acuerdo para salir de la crisis mediante su propia renuncia o la convocatoria anticipada a elecciones nacionales.
Es obvio que al presentarle los obispos a Daniel Ortega y Rosario Murillo, “la propuesta que recoge los sentimientos de muchos sectores de la sociedad nicaragüense y expresa el anhelo de la inmensa mayoría de la población”, como se dice en el comunicado de la Conferencia Episcopal, lo que le dijeron es que en el Diálogo Nacional se tiene que acordar el adelanto de las elecciones y la salida del poder de la pareja dictatorial, porque tal es precisamente el sentimiento y el anhelo de la mayor parte de la nación, prácticamente de todo el país.
Hay que tener confianza en los obispos. Ellos han dado suficientes muestras de honestidad y fidelidad al pueblo nicaragüense, hasta arriesgando su seguridad y sus vidas algunos de ellos.
Si fracasa el Diálogo Nacional y no se encuentra pronto una solución política negociada, no será culpa de los obispos sino de la irracional intransigencia de Daniel Ortega que prefiere seguir matando a los nicaragüenses.
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