
Ha sido una injusticia, y una ingratitud, acusar a los estudiantes de bloquear el diálogo nacional por exigir como condición previa, que el Gobierno invite a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) para que venga a investigar y verificar los hechos ocurridos durante la sangrienta represión contra las protestas estudiantiles.
Es a Ortega a quien se debe acusar por obstaculizar el diálogo, no solo por negarse a invitar la CIDH y la Oficina del Alto Comisionado de Derechos Humanos de las Naciones Unidas para que vengan a Nicaragua, sino también porque ha continuado la represión brutal contra los estudiantes y los ciudadanos que los apoyan.
Sin embargo, los estudiantes han dado otra extraordinaria demostración de madurez cívica, conciencia democrática y sentimiento patriótico, al retirar esa demanda como condición previa del diálogo, y, con el respaldo de la sociedad civil y el sector empresarial privado, decidir que será planteada como primer punto de la agenda del diálogo nacional.
En todo caso, los estudiantes, también con el respaldo de la sociedad civil y el sector empresarial, exigen que cese de inmediato la represión y la campaña de mentiras y odio en los medios oficialistas. Lo cual es también una demanda categórica de los obispos expresada en su comunicado de este viernes, a fin de que hayan condiciones apropiadas para el diálogo nacional.
Los obispos señalan que el otro gran obstáculo para el diálogo es la represión, que ayer continuó de manera desmesurada en distintos lugares del país.
Por medio de la vocera presidencial el régimen de Daniel Ortega declaró ayer que acepta las condiciones que los obispos plantearon ayer para que se pueda convocar al diálogo. Lo cual significa que el Gobierno invitará a la CIDH y la Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, para que vengan a Nicaragua a verificar en el terreno de los hechos las denuncias de las monstruosas violaciones contra los derechos humanos cometidas por las fuerzas represivas de la dictadura. Esperamos que sea cierto.
Este es un punto crucial para determinar si Ortega tiene interés real en que el diálogo nacional tenga buenos resultados, en el entendido que debe ser básicamente para que se haga justicia y la democratización del país como lo está exigiendo la mayoría del pueblo nicaragüense volcado a la revolución azul y blanco y lo demanda la comunidad democrática internacional.
Creemos que a pesar de las trampas y mentiras oficialistas, como las falsas investigaciones de la Fiscalía y la creación de una apócrifa “comisión de la verdad”, el diálogo nacional sigue siendo la vía idónea para salir de la crisis y comenzar el proceso de recuperación de la democracia.
El diálogo no tiene sentido si no es para hacer justicia y renovar democráticamente las instituciones de Nicaragua. Y no podría ser exitoso si la correlación de fuerzas no favorece a las fuerzas democráticas ni se pone más presión nacional e internacional sobre la dictadura.
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