A mediados de abril tendrá lugar la Cumbre de las Américas, en Lima, Perú, la cual ya ha generado un poco de ruido. El más sonoro de ellos es, obviamente, la renuncia del presidente Pedro Pablo Kuczynski (PPK), como resultado de las imputaciones que se le endilgan sobre corrupción derivado de sus supuestas conexiones con Odrebrecht, la entidad brasileña que ha sido como un dinosaurio cuando conmueve un pantano con sus grandes patas, que salpica.
A esa cita se le ha negado la invitación al dictador de Venezuela, mientras que al dictador cubano, se le franquea la via para que tome asiento entre los presidentes elegidos democráticamente por sus sendos pueblos. Es harto dificil entender esta gran paradoja de denegar la asistencia a uno y no a otro, de la misma naturaleza. Desde luego, en el hipotético caso de que con motivo del nuevo giro que ha tomado el ejecutivo peruano, le sea asequible a Maduro ocupar un asiento en ese cónclave.
¿Y de qué hablarían Maduro y Castro? Pues en ambos paises la corrupción se mueve al galope, mientras sus pueblos sufren las consecuencias de un trasnochado sistema politico-ideológico, que la Historia se ha encargado de enterrarlo, cuya ceremonia inhumatoria comenzó con la extinta URSS.
Alguien en esa cita pudiera evocar el arrepentimiento a tiempo de un destacado peruano, Eudocio Ravines (1987-1979), quien fuera miembro del Partido Comunista Peruano, hasta que fue expulsado del mismo en 1941 y que más tarde escribió La gran estafa (1952), denunciando la penetración del Kremlin en Hispanoamérica, la misma que actualmente pretenden reivindicar los corifeos del ALBA, capitaneados por Cuba.
Empero, la gran expectativa es la presencia de nuestro presidente Donald Trump, quien sería acompañado por el nuevo secretario de estado, Mike Pompeo y el asesor de la seguridad nacional John Bolton, ambos conocedores de cerca la realidad latinoamericana y con suficiente talento para desbrozar las argucias que le puedan salir al paso.
Trump dispone de suficientes elementos de juicio para hablarles a los presentes en dicha Cumbre sobre lo que significa el ejercicio del poder a la luz de los principios éticos, entre ellos, el del respeto irrestricto de las libertades fundamentales, pues nadie mejor que él, que es victima cotidiana de insultos, injurias, calumnias, sin sostén fáctico alguno, las cuales han servido para demostrar su entereza de presidente y coraje para seguir adelante y llevar a esta nación por la senda correcta, pues es incuestionable que actualmente se respira un ambiente de entusiasmo, aliento, ilusiones y prosperidad, y no es ocioso resaltar el informe de The Heritage Foundation, una institución conservadora, que ha expresado en su reporte los resultados del presidente en su gestión que “exceden el primer año de la presidencia de Reagan”.
El auge económico que hoy orea en EEUU es el mejor ejemplo a que puedan aspirar los pueblos de nuestra América a través del ejercicio de sus elementales derechos, entre ellos, el de elegir sin cortapisas a sus gobernantes y erradicar los males que la han azotado históricamente.
Abogado cubano. Reside en Miami.
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